Hay quienes
creen que en América Latina y el Caribe, lo que se requiere es igualdad social.
Eso es del todo cierto. Igualdad no significa justicia social. Igualdad
significa que todos tengan las mismas condiciones, pero no necesariamente, las
mismas oportunidades. América
Latina es una de las regiones más desiguales del planeta, pero también, hay
desigualdades entre los ricos y los pobres. Por ejemplo, las mujeres reclaman
igualdad de condiciones y los grupos sociales minoritarios reclaman lo mismo.
Aparentemente se trata de “justicia”, pero la realidad es distinta.
En la década
del 60 del siglo pasado, surgió lo que luego se llamaría el movimiento “hippie”
que básicamente era un estilo de vida contrario a las normas establecidas en
esos tiempos. Fue un movimiento contracultural que reclamaba igualdad de
condiciones para hombres y mujeres. Este movimiento fracasó por varias razones,
siendo la principal, exigir un estilo de vida donde la mayoría no estaba de
acuerdo con ellos.
En los
tiempos modernos, se vive algo parecido con las minorías sociales. Por ejemplo,
el autollamado movimiento “gay” (vocablo inglés para nombrar a los homosexuales
con una menor carga objetiva). Una minoría que busca imponerse a la mayoría. Lo
que en sociología se conoce como la tiranía de las minorías. Lo mismo se puede
decir de las religiones y partidos políticos.
La realidad
social presenta otra situación. Se exige que los pobres tengan las mismas
condiciones que los ricos. Si el lector recuerda, por citar un caso, cuando en
1969 se estableció la reforma agraria en el autodenominado “gobierno
revolucionario de las fuerzas armadas” que presidía el Gral. EP Juan Velasco
Alvarado en Perú, se nacionalizaron las tierras (expropiaron) de los gamonales
y terratenientes para dárselos a los trabajadores.
Les había
tocado a los trabajadores dirigir ahora las haciendas y grandes terrenos
agrícolas. Todos tenían las mismas condiciones, pero cómo los trabajadores no
sabían cuestiones técnicas de cómo administrar las haciendas y tampoco cómo
gestionar con éxito la producción agrícola, el sistema fracasó, dando lugar al
estancamiento de la economía peruana. ¿Qué pasó? Todos tenían ahora las mismas
condiciones.
Entonces,
podemos deducir que no sólo basta las mismas condiciones, sino también la de
oportunidades adecuadas.
Entender que
igualdad no necesariamente es justicia social. Una figura cómica aclara la
situación. Todos los animales tendrán las mismas condiciones y se pide al
elefante, mono, lagarto, león y rinoceronte que suban a los árboles. Todos
tienen las mismas condiciones y hasta oportunidades, pero sabemos que sólo el
mono podrá hacerlo con precisión.
Sólo la
justicia social podrá prepararnos para afrontar con éxito los diversos
fenómenos sociales que demandan los tiempos modernos. Igualdad social no
necesariamente es justicia social.
Urge equipar a los pobres de las herramientas
necesarias para afronta con éxito las desigualdades y la pobreza. Eso se logra
con una educación de calidad en todos sus ámbitos.
FIRMADOS Nro 226
Lima, marzo 2018
No comments:
Post a Comment