La economía peruana está creciendo desde hace más de seis años de manera sostenida como resultado de la apertura económica, acceso a nuevos mercados e inversiones en sectores estratégicos. Las estadísticas macroeconómicas así lo demuestran y sus principales indicadores revelan que esta tendencia seguirá en los próximos años.
Sin embargo, paralelamente al incremento del PBI, control inflacionario, subida de reservas netas e impulso a las exportaciones, hay sectores sociales que aún no gozan de los beneficios del crecimiento.
Precisamente son en los sectores sociales emergentes donde las microfinanzas se transforman en herramientas básicas del desarrollo social, mediante la formación y fortalecimiento de pequeñas y micro empresas, que generan a su vez, diversos tipos de empleo. Estos nuevos puestos de trabajo se ubican entre los negocios de sobrevivencia y unipersonales, hasta empresas familiares que poseen diversas ofertas laborales.
Sin en el Perú el 96.6 por ciento del empresariado está en la PYME (Pequeña y Mediana Empresa) y en las MYPE (Micro y Pequeña Empresa) y hay más de tres millones de unidades productivas y comerciales, es fácil deducir que la mayoría de los empleos está en este sector. Las estadísticas revelan que es el sector más dinámico de la economía y la que constantemente está creando reconversiones laborales de todo tipo.
Aún el impacto de la crisis financiera internacional fue amortiguado en parte por las PYME y MYPE que por el tamaño de sus economías no sintieron las consecuencias de la crisis. Sabemos que aún es prematuro afirmar o negar resultados, pero a juzgar por lo que está ocurriendo en el mundo, especialmente en los Estados Unidos, Japón, China y la Unión Europea , la crisis en América Latina está en una fase final.
La industria microfinanciera no sólo debe verse como una herramienta financiera para las pequeñas empresas, sino como el gestor en la formalización de cientos de empresas que para acceder a un crédito deben ser empresas constituidas formalmente. Muchos informales ahora son negocios constituidos legalmente en virtud a las exigencias de la industria microfinanciera.
El denominado microcrédito también ha jugado un rol muy importante en la generación de nuevos puestos de trabajo. Algunos de éstos no van necesariamente a las MYPE, sino a los llamados “bancos comunales”. Mediante esta estrategia social, miles de emprendedores, especialmente grupos de mujeres, han desarrollado actividades empresariales como proveedoras de MYPE andinas, urbano-marginales o amazónicas.
La experiencia de mujeres tejedoras de la amazonía y comunidades alto andinas, vendedores de mercados (paraditas) en zonas marginales de la costa, canillitas “quiosqueros” y artesanos de cualquier ámbito geográfico así lo demuestran.
El microcrédito es una herramienta usada básicamente por Organizaciones no Gubernamentales de Desarrollo (ONG) e instituciones no supervisadas, principalmente de origen religioso como Visión Mundial Internacional, Adra Ofasa, Compasión, Diakonía, Misión Suiza y Fundación contra el Hambre entre otras. Pero también el microcrédito es un producto financiero de las cajas municipales, cooperativa de ahorro y crédito, cajas rurales y Entidades de Desarrollo de la PYME (Edpyme), organizaciones que sí son supervisadas por la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP o por la Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito, respectivamente.
En términos generales, la industria microfinanciera en el Perú es una opción válida comprobada para generar nuevos y mayores empleos.
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La experiencia de mujeres tejedoras de la amazonía y comunidades alto andinas, vendedores de mercados en zonas marginales de la costa, canillitas “quiosqueros” y artesanos de cualquier ámbito geográfico así lo demuestran.
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Firmados Nro. 145 / Lima, Marzo 24, 2011
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