El escritor
y filósofo italiano Umberto Eco, recientemente desaparecido, fue uno de los
autores más renombrados en la actualidad. Había escrito “Nadie acabará con los
libros”, haciendo énfasis en la vigencia del libro sobre otros medios
electrónicos que abundan en la actualidad. Aunque el
e-book, ese libro electrónico que cada día se comercializa más en el mundo, se
imponga al libro impreso, no podrá echarlo de las casas de los lectores. ¿La
razón? La respuesta es la costumbre que tiene el lector de tener ejemplares en
su biblioteca. El libro electrónico, en definitiva, no matará al libro. Umberto Eco
afirma que con internet hemos vuelto a la era alfabética, e incluso afirma que
el libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras, que una vez
que se inventado, no se puede hacer nada mejor.
Sin embargo,
reconoce que la tecnología ha aliviado las tareas de las personas, e incluso,
hasta su economía. Recuerda que hace algunos años se ofrecía la “Patrología
Latina” de Mine (221 volúmenes) en CD-Room a un precio aproximado de US$
50,000, precio que obviamente resultaba accesible sólo para las grandes
bibliotecas y no para los pobres investigadores. Ahora, en cambio, con un
simple abono, se puede acceder a la “Patrología” on line.
Para quien
fue titular de la cátedra de Semiótica de la Universidad de Bolonia y director
de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos en la misma institución, la
velocidad con la que la tecnología se renueva obliga, en efecto, a un ritmo
insostenible de reorganización permanente de las costumbres mentales. Todo es
tan rápido que por ejemplo, en las películas de acción norteamericanas, ningún
plano debe durar más de tres segundos y eso lo saben las nuevas generaciones.
Cuando
compró su primera computadora en 1983, su hijo tenía 20 años. Le explicó que
quería enseñarla cómo funcionaba la nueva máquina en la casa, pero su hijo no
mostró ningún interés. Umberto Eco comenzó a ver cómo funcionaba la computadora
y qué elementos contenía hasta que se encontró con dificultades porque no
conocía bien el nuevo equipo. Entonces, su hijo que no mostró ningún interés,
vino y movió un par de cosas y los problemas se solucionaron. Es que para esos
años, la generación de su hijo, como la actual, ya estaba muy familiarizada con
la tecnología.
Con la
tecnología todo se vuelve obsoleto en poco tiempo. Recuerda que cuando
trabajaba como editor a principios de 1967, llegó un libro sobre un análisis
que hacía un sociólogo de la Universidad de Berkeley. Como había mucho trabajo
guardó el manuscrito algunos meses. Ya en 1968 decidió leer el material para
editarlo y luego imprimirlo, resultaba que de un año al otro, muchas cosas
cambiaron y el libro quedó obsoleto.
Pero
volviendo a los libros tradicionales. Umberto Eco, revela que la idea de
coleccionar libros es muy antigua. El culto a la página escrita es tan antigua
como la escritura. Hay una razón por la cual nacen las bibliotecas.
En la
antigüedad se quemaban los libros y las personas para ponerlos a buen
resguardo, lo coleccionaban de manera particular, otros de manera pública como
las instituciones, haciendo la diferencia entre bibliotecas privadas y
públicas. Hay que reconocer que quienes guardaban los libros eran precisamente
los religiosos. ¿Hay algo más seguro que un monasterio? Entonces se empezó a
llevar algunos libros al amparo de las amenazas que pesaban sobre la memoria.
Varias bibliotecas en la antigüedad se han quemado por razones políticas como
por ejemplo, las de Alejandría y Roma. Para el escritor italiano, nacido en
Alessandria, Piamonte en 1932, es más fácil salvar el manuscrito, el códice, el
incunable, el libro, que la escultura o la pintura.
De lo que se
trata es de guardar la memoria social y personal, pero desde un punto de vista
muy particular, porque de eso tratan los libros. Cada libro es una visión muy
particular de un asunto o tema. Está las obras de colección donde las edades
cuenta, Un mismo libro como el Quijote de la Mancha escrito para niños no será
igual para adolescentes y jóvenes y éstos tampoco para adultos. Además, las
traducciones también aportan nuevas ideas al libro. Un libro donde un personaje
se suicida, la versión relatada para niños entre 6 y 7 años, obviamente que
será distinta, donde tal vez el personaje viaja o se enferma.
Para evitar
que un libro pierda actualidad, Umberto Eco aconseja nunca escribir sobre un
tema contemporáneo, sino sobre un clásico. Las modas que antes duraban 30 años,
ahora duran 30 días. Eso ocurre mucho con la tecnología, se tarda mucho para
entender un asunto, pero luego que ya lo comprendemos, nos imponen uno nuevo.
Tenemos que esforzarnos constantemente para prepararnos para el futuro. En
otras palabras, estamos condenados a ser eternos estudiantes.
Eco, quien
ha desarrollado su actividad docente en Turín, Florencia y Milán y ha dado
cursos en varias universidades de los Estados Unidos y América Latina, revela
que la cultura es un cementerio de libros y otros objetos desaparecidos para
siempre. Por ejemplo, en sus tiempos, todos sabían de Calpurnia, la mujer del
César romano. Se sabía todo de ella, pero una vez muerto César, nadie se
acuerda de ella. ¿Por qué? Simplemente, porque ya no es útil tener esa
información.
Por esas
razones y muchas otras, difícilmente, las tecnologías de la información podrán
desplazar a un buen libro de nuestra biblioteca.
FIRMADOS Nro 227
Lima, marzo 2018
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