Se sabe que para tener éxito en el desarrollo integral del país se debe trabajar en los diversos aspectos del campo, desde la agricultura y ganadería básica hasta los productos de agroexportación, como se viene realizando en algunas zonas del Perú.
Por cierto que el problema agrario no es de estos tiempos, sino que tiene muchas décadas de atraso y el problema es sumamente complejo. Con la excepción de pocos empresarios que vienen trabajando en el campo, son las organizaciones no gubernamentales de desarrollo (ONG) la que más están desarrollando proyectos de economía solidarias. Por cierto que muchos de estos proyectos tienen también el apoyo financiero de cajas rurales, edpyme y cajas municipales.
Pero hay tanto atraso, que parafraseando al poeta César Vallejo, hay mucho por hacer. En el presente quinquenio, también algunos programas gubernamentales se han implementado, usando como herramienta básica a las microfinanzas.
Sin embargo, eso no ha sido suficiente. El campo peruano sigue tan atrasado como antes, y en algunas zonas, hasta peor. Es que el campo está relacionado con la pobreza, y ésta a su vez, con el desarrollo social.
Una de las pocas instituciones que trabajan con microfinanzas rurales son Fondesurco, Credinka, Financiera Confianza, Edpyme Alternativa, Edpyme Credivisión y las cajas municipales de Trujillo, Huancayo, Cusco, Arequipa, Sullana y Piura, entre las principales. También algunas cooperativas contribuyen con su trabajo.
No solamente se forman negocios, sino que se formalizan aquellos que estaban en la informalidad, porque la obtención del crédito así lo demanda. Surgen también los pequeños rotatorios con el aval de los comerciantes o emprendedores, en su mayor parte mujeres.
Por eso es común ver a hombres y mujeres del campo desarrollando programas de crianza de cuyes, mejoramiento de ganado, producción de lácteos, industria quesera doméstica, proyectos de piscigranjas, entre otros. La industria microfinanciera no solamente contribuye con el financiamiento, sino hasta con el apoyo técnico de los proyectos. Es decir, ahora se trata de una tarea integral que está otorgándoles la oportunidad a los pobres de desarrollarse económicamente.
Esa es la rentabilidad social de quienes hacen por un lado, programas de responsabilidad social empresarial, y por el otro lado, programas de desarrollo social que incluye la defensa y protección al medio ambiente.
Insistimos, microfinanzas es más que rentabilidad económica o financiera. Es dar a los pobres la oportunidad de tener una vida digna, donde ellos son los principales protagonistas. Es decir, ahora es tiempo de sembrar.
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Es común ver a hombres y mujeres del campo desarrollando programas de crianza de cuyes, mejoramiento de ganado, producción de lácteos, industria quesera doméstica, proyectos de piscigranjas, entre otros. La industria microfinanciera no solamente contribuye con el financiamiento, sino hasta con el apoyo técnico de los proyectos. Es decir, ahora se trata de una tarea integral que está otorgándoles la oportunidad a los pobres de desarrollarse económicamente.
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FIRMADOS Nro 167 / Lima, miércoles 19 de octubre de 2011
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