En tiempos de crisis económica, polarización política y diferendos fronterizos es difícil hablar de la unidad de América Latina, pero más complejo es entender qué pasa con la América morena. Al parecer la región no ha madurado o ha caído en manos de castas gubernamentales irresponsables en materia de política internacional.
En realidad la región nunca estuvo unida ni en los tiempos de bonanza democrática. Aunque debemos reconocer que hubo ideas de unidad en el siglo XIX cuando las metrópolis española y portuguesa intentaban retomar sus colonias. En esos casos, la unidad se forjó más por defensa territorial que por desarrollo social e identidad regional.
La idea de unidad regional desde los albores de la emancipación ha tenido muchas connotaciones y aún estamos en proceso de maduración. Probablemente la mejor concepción de unidad se vivió en el incanato y virreinato donde el Perú fue el centro de todo. Pero ya es historia y pertenece al pasado. ¿Qué pasa ahora?
Aunque los gobernantes de turno pretendan olvidar hechos pasados, la verdad es que aún hay heridas abiertas que necesitan curarse. Perú, Bolivia y Chile son parte de esa experiencia que muchos quisieran olvidar. La usurpación en dos departamentos peruanos (Arica y Tarapacá) y uno boliviano (Atacama) por parte de Chile, probablemente nunca se olvide. Aunque sus gobernantes digan lo contrario, los pueblos nunca olvidan. ¿Acaso los palestinos o kurdos, pueblos sin territorio propio, han olvidado sus orígenes?
Tal vez, ahora los conflictos se resuelvan de manera diplomática o ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, pero las heridas siguen abiertas. Los pueblos que tienen historia no olvidan su pasado. Sólo aquellos beligerantes recurren a planes expansionistas, precisamente por carecer de historia.
De la misma manera, la pérdida de territorio paraguayo en lo que se llamó la “triple alianza” donde participó Brasil, Argentina y Uruguay, es otra herida abierta que debe curarse algún día. Pero no pretendemos azuzar conflicto alguno, sólo mencionamos casos que vemos a diario en las calles de nuestra región.
¿Qué pasa en la actualidad? El caso más patético está en Venezuela, cuna del pensamiento bolivariano de unidad. Acusada de ser la principal disociadora político regional. En realidad se trata de concepciones políticas opositoras al presidente Hugo Chávez Frías que son válidas para su pueblo, pero que por intolerancia política es marginada ideológicamente en otras naciones. Lo mismo ocurre con Cuba, Ecuador y Bolivia.
En tiempos de globalización e internacionalización de las economías, la unidad de América Latina está más lejos de lograrse. Se podrán abrir los mercados e integrarse al mundo desarrollado, pero eso no significa unidad. Perú y Chile son las economías que más están creciendo en la región y compiten por los mismos mercados, pero no están unidos. Incluso han firmado un acuerdo comercial que favorecerá a los empresarios de ambas naciones porque harán buenos y excelentes negocios, pero hay una demanda peruana ante La Haya sobre la delimitación marítima con Chile.
Las heridas abiertas se curan con decisiones políticas orientadas al desarrollo y paz social, pero también con políticas defensa nacional como medida disuasiva.
FIRMADOS Nº 075
Lima, Marzo 21, 2009
En realidad la región nunca estuvo unida ni en los tiempos de bonanza democrática. Aunque debemos reconocer que hubo ideas de unidad en el siglo XIX cuando las metrópolis española y portuguesa intentaban retomar sus colonias. En esos casos, la unidad se forjó más por defensa territorial que por desarrollo social e identidad regional.
La idea de unidad regional desde los albores de la emancipación ha tenido muchas connotaciones y aún estamos en proceso de maduración. Probablemente la mejor concepción de unidad se vivió en el incanato y virreinato donde el Perú fue el centro de todo. Pero ya es historia y pertenece al pasado. ¿Qué pasa ahora?
Aunque los gobernantes de turno pretendan olvidar hechos pasados, la verdad es que aún hay heridas abiertas que necesitan curarse. Perú, Bolivia y Chile son parte de esa experiencia que muchos quisieran olvidar. La usurpación en dos departamentos peruanos (Arica y Tarapacá) y uno boliviano (Atacama) por parte de Chile, probablemente nunca se olvide. Aunque sus gobernantes digan lo contrario, los pueblos nunca olvidan. ¿Acaso los palestinos o kurdos, pueblos sin territorio propio, han olvidado sus orígenes?
Tal vez, ahora los conflictos se resuelvan de manera diplomática o ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, pero las heridas siguen abiertas. Los pueblos que tienen historia no olvidan su pasado. Sólo aquellos beligerantes recurren a planes expansionistas, precisamente por carecer de historia.
De la misma manera, la pérdida de territorio paraguayo en lo que se llamó la “triple alianza” donde participó Brasil, Argentina y Uruguay, es otra herida abierta que debe curarse algún día. Pero no pretendemos azuzar conflicto alguno, sólo mencionamos casos que vemos a diario en las calles de nuestra región.
¿Qué pasa en la actualidad? El caso más patético está en Venezuela, cuna del pensamiento bolivariano de unidad. Acusada de ser la principal disociadora político regional. En realidad se trata de concepciones políticas opositoras al presidente Hugo Chávez Frías que son válidas para su pueblo, pero que por intolerancia política es marginada ideológicamente en otras naciones. Lo mismo ocurre con Cuba, Ecuador y Bolivia.
En tiempos de globalización e internacionalización de las economías, la unidad de América Latina está más lejos de lograrse. Se podrán abrir los mercados e integrarse al mundo desarrollado, pero eso no significa unidad. Perú y Chile son las economías que más están creciendo en la región y compiten por los mismos mercados, pero no están unidos. Incluso han firmado un acuerdo comercial que favorecerá a los empresarios de ambas naciones porque harán buenos y excelentes negocios, pero hay una demanda peruana ante La Haya sobre la delimitación marítima con Chile.
Las heridas abiertas se curan con decisiones políticas orientadas al desarrollo y paz social, pero también con políticas defensa nacional como medida disuasiva.
FIRMADOS Nº 075
Lima, Marzo 21, 2009
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