El próximo domingo 10 de
abril se realizarán las elecciones generales en Perú. Se elegirá al sucesor del
presidente Ollanta Humala Tasso, quien se retirará de la administración de
gobierno en un clima enrarecido de acusaciones y corrupción. El nuevo mandatario debe
salir de más de una docena de candidatos que pugnan por ganar los comicios, y
como suele ocurrir siempre en estas lides, prometen el oro y el moro. Algunos
se disfrazan y usan chullos, ponchos, chalinas y el sombrero del payaso
“Cucharita” del otrora circo “Tony Perejil”.
Entre los candidatos vemos
diversos estilos. Desde aquellos que concurren a los programas de televisión
para cantar, bailar y contar un chiste, hasta aquellos que hablan sin saber qué
están diciendo y qué significan los conceptos que sus asesores políticos les
escriben (además, hasta leen mal).
Hemos identificado a unos cuatro
candidatos nuevos que por lo menos tienen criterio para decir las cosas y buen
juicio en sus apreciaciones. Lamentablemente, tres de ellos están en el grupo
de los “otros”, mientras que uno de ellos que se precia de profesor
universitario y que ha usado muy bien las redes sociales, casi se parece a uno
que es “autor” de la Biblia, “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”,
“La divina comedia”, “Fausto” y otras obras literarias, según los denominados
“memes” que aparecen en las redes.
De los tres restantes que
están en los “otros”, una es una dama que habla quechua (por lo menos una
frase) y tiene buenas ideas, pero no el respaldo de los medios. Se ha vinculado
a la defensa de las minorías sociales y “pecados” de la humanidad.
Otro es un periodista y
analista político internacional muy bueno, tiene visión de estadista, pero
ancló en un partido político, eso que llaman tradicional, razón por la cual no
tiene un amplio respaldo popular, ni tampoco acción.
Un tercer candidato es
experto en el quehacer emprendedor y ha ayudado a mucha gente. Lamentablemente
el color amarillo de su camiseta no ayuda mucho, por muy edil que sea. Pero es
una muy buena experiencia, porque Perú siendo un país de emprendedores, tiene
mucho por aportar. A cambiar de camiseta en la próxima.
La señora que lidera en la
actualidad la encuesta tiene un voto duro que fluctúa entre el 25% y 30%,
porcentaje que no garantiza que ganaría la elección. Aunque voté por ella en una
anterior elección, definitivamente no lo haría esta vez. No tiene experiencia, pero eso no interesa,
porque con la excepción de dos candidatos, nadie lo tiene. Hubiera sido
interesante que cuando estuvo en el Congreso, su bandada hubiera aprobado leyes
tan importantes como la nueva Ley del Cooperativismo y la bicameralidad.
Hay dos candidatos con
experiencia de gobierno, ambos han realizado una buena performance en el ámbito
económico, ayudados por cierto por el auge de los precios internacionales de
los minerales y materias primas. Uno de ellos se caracteriza por su tardanza y
su buen gusto a los refinados elixires de Baco, y sin ser moralista, eso no es
tan bueno como para exhibirlo. Además, la tardanza nunca es una virtud, es un
defecto que viola el derecho de quienes llegan temprano o son puntuales.
El otro candidato tiene
amplia experiencia. Hizo un primer gobierno que terminó con una hiperinflación,
ocasionada por su inexperiencia gubernamental (asumió el mando a los 36 años) y
chocó, literalmente, con los empresarios y organismos multilaterales de
crédito. Cuando limitó el pago de la deuda externa al 10% de las exportaciones,
eso sonó a “perro muerto” y como resultado, le quitaron el apoyo económico. Obviamente,
en esas condiciones es difícil gobernar.
Su segundo mandato fue
diferente. Le favoreció el buen precio de las materias primas en los mercados
internacionales, pero algunas normas sociales se quedaron en “stand by”. Ahora aliado con otro partido tradicional al
que tuvo como “enemigo político”, no está sumando. Al parecer, su aliado sólo
nació para acompañar y no suma, sino resta. Solos les habría ido mejor.
Un candidato que tiene un
apellido difícil de pronunciar para las mayorías y que posee dos
nacionalidades, parece que sus propuestas sólo son para una parte de la
población y no para la mayoría. Este candidato sí tiene el respaldo de los
grandes grupos de poder económico y de los medios de comunicación, que en Perú
casi son de un solo dueño. Su campaña está diseñada desde la perspectiva
“chicha” y es tan “chicha” que no está pegando. El fenómeno del proceso de
“cholificación”, en palabras de mi profesor de San Marcos, el sociólogo Aníbal
Quijano, ocurrió en los años setenta y culminó en los primeros años del
presente siglo.
Ahora, Perú es distinto, y
siguiendo las pautas de don Rolando Arellano, el padre de los estudios de estilos
de vida en el país, la clase media ya es limeña y está en su tercera o cuarta
generación. Los “provincianos” ya son limeños, razón por la cual, la campaña
“chicha” está totalmente desfasada.
¿Y los otros candidatos?
¿Los otros? No son ni chicha ni limonada. Con el respeto de algunos candidatos,
amigos míos, los otros son payasos que van a la televisión para realizar el
baile de los que sobran, al compás de Los Prisioneros de Chile, la buena música
de los ochenta.
Resulta interesante que en
todos los grupos políticos que están presentándose al Congreso y postulando a
la presidencia, hay “hermanos” evangélicos. Esperamos que no sea una carrera de
caballos y parada de borricos. Hay antecedentes, especialmente en los años
noventa, cuando Alberto Fujimori fue elegido presidente con el respaldo del
pueblo evangélico, que después, usando la política del papel higiénico (usar y
desechar), el nuevo presidente les dio las espaldas. Ese año ingresaron al
Congreso 18 ciudadanos evangélicos: 14 diputados, 4 senadores y el segundo
vicepresidente.
FIRMADOS Nro 204
Febrero 11, 2016
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