Es
irónico, contrastable y comparable la situación que vive el cooperativismo
peruano. Mientras por un lado, hay quienes atentan contra el modelo, por
desconocimiento o intereses particulares; por el otro lado, en naciones vecinas
y países industrializados, el modelo es alentado y promocionado como
alternativa de desarrollo social. En la viña
del Señor se ha dicho y escrito de todo en los últimos meses. Hay quienes
proponen que las cooperativas de ahorro y crédito sean supervisadas y reguladas
como si fueran entidades financieras, olvidando que habría que aplicar a las
cooperativas las normas y regulaciones bancarias que las mismas entidades
financieras no logran cumplir a cabalidad por los riesgos del mercado, sujetos
a realidades foráneas y cambiantes, siendo el reciente ejemplo, la Caja Rural “Señor
de Lúren”.