Hay quienes creen que el crecimiento económico es sinónimo de desarrollo económico y por lo tanto, de desarrollo social. Es verdad que la economía está creciendo y que según los indicadores de la última década, el PBI peruano ha acumulado un alza de 60%, ubicándose entre las diez economías más dinámicas del mundo.
Estas noticias son buenas para el país, pero hablar como si el Perú fuera una nación del primer mundo nos parece un poco exagerado, especialmente cuando este crecimiento no se refleja en el cambio social. Por cierto, hay quienes dirán que aún es prematuro dar estas opiniones, pero recordando que el incremento del PBI viene ocurriendo desde hace más de cinco años, la situación debe llevarnos a una seria reflexión.
El crecimiento económico está sustentado básicamente en zonas urbanas, quedando rezagados importantes sectores como el rural de nuestra sierra y amazonía. En esos lugares, la pobreza se mantiene igual o peor que hace cinco años.
Saludamos la reducción de la pobreza y extrema pobreza en los sectores urbano-marginales de la costa, pero qué hay de la sierra y selva. Esta situación no sólo conlleva a nuevos conflictos sociales, sino a acciones consideradas fuera de la ley, como el cultivo ilegal de coca y el presunto resurgimiento de acciones subversivas, atentando contra la economía legal de cientos de campesinos pobres de la amazonía y sierra peruana.
Faltan programas sociales que ayuden a las comunidades campesinas y étnicas, pero nos referimos a programas de economía solidaria, no a la asistencia social. No entreguemos pescado, enseñemos a pescar. Un excelente programa que nos parece acertado y debe seguirse con el ejemplo, es el denominado “cocinas mejoradas” que ayuda a miles de peruanos que viven el campo. Pero esto es sólo una muestra.
En los últimos años, el Perú está creciendo de manera sostenida. Hasta la fecha hay más de un millón de abonados a los servicios de televisión por cable, 24 millones de celulares, más de siete millones de tarjetas de crédito y una cifra superior a los ocho millones de tarjetas de debito. Aproximadamente siete millones de personas tienen sus depósitos en la banca, 30% de los hogares poseen telefonía fija y hay 4,000 cajeros automáticos y 6,000 cajeros corresponsales. Estas son cifras fenomenales si las comparamos con lo que había al ingresar a este siglo.
Todo ello refleja que el ciudadano urbano está mejorando su situación y que las empresas tienen altos índices de rentabilidad, pero insistimos, aún queda una deuda social con nuestros hermanos de la sierra y selva, y por cierto del sur peruano. Los conflictos sociales son indicadores que algo está funcionando mal y que se deben corregir errores.
El manejo económico en términos de responsabilidad en el gasto público en una etapa electoral, va por buen camino. Probablemente, vengan más beneficios con los tratados de libre comercio y con otros acuerdos comerciales. Tal vez logremos la meta de crecer por encima del 6.5 este año y que seamos los líderes de América Latina.
No obstante, hay ejemplos que deben seguir los funcionarios del gobierno central, regiones y municipalidades, como el trabajo de algunas organizaciones no gubernamentales de desarrollo social e industria microfinanciera que ya están vinculadas al desarrollo social en zonas rurales y comunidades étnicas. Por el bien del país, el crecimiento económico debe transformarse también en desarrollo social para todos.
FIRMADOS Nro. 115
Lima, Junio 24, 2010
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