Definitivamente, el Perú de hoy es otro. Pareciera que los peruanos estamos despertándonos de un largo sueño que nos mantuvo en la miseria física, pobreza espiritual y atraso social. Ahora, nuestro país despierta y se transforma para competir en el mundo, y gran parte de esa histórica gesta se debe al rol que ha jugado la industria microfinanciera en los últimos 26 años.
Tal vez el Perú no tenga un Premio Nóbel en Economía, pero cada día comprobamos la creatividad, ingenio e innovación de miles de conciudadanos que no solamente “luchan en la vida”, sino que también generan sus propios empleos y lo comparten con otros. Muchas de estas actividades emprendedoras han sido, son y serán financiadas por las diversas instituciones que integran la industria microfinanciera en el país.
No en vano, los ojos de las autoridades del mundo industrializado y de las economías emergentes están puestos en el Perú. Lo que ahora algunos economistas llaman “fenómeno de las microfinanzas” y que ha traído a los bancos comerciales por su rentabilidad, hace más de dos décadas algunas organizaciones no gubernamentales, especialmente de origen religioso protestante, lo practicaban mediante los créditos solidarios, formalizados por las cajas municipales de ahorro y crédito.
Las microfinanzas, señores, no es un tema moderno ni está de moda. Es algo que en la década de los ochenta era practicado con éxito por las cajas municipales, ONG y cooperativas. El microcrédito ha sido la herramienta para que muchos negocios ahora puedan ser grandes o medianos y sean clientes de los bancos. Es decir, las microfinanzas están alcanzando excelentes niveles de desarrollo social que está impactando no sólo en la economía nacional, sino en la vida misma de sus protagonistas, que son miles de empresarios vinculados a las medianas, pequeñas y micro empresas.
La experiencia iniciada por la Caja Piura, la primera entidad municipal que tuvo la visión de incursionar en las microfinanzas en el país es señera. Ahora el sistema de cajas municipales de ahorro y crédito tiene doce instituciones y se ha convertido en “pequeños bancos” para los empresarios de las PYME y MYPE.
La experiencia piurana con el apoyo de GTZ, entidad de cooperación técnica alemana, ha sido para muchas instituciones el camino a seguir por otras CMAC, cajas de ahorro y crédito, cajas rurales, cooperativas de ahorro y crédito, financieras, Edpyme y organizaciones no gubernamentales. Incluso, con la excepción del Mibanco, que sí tiene raíces microfinancieras, algunos bancos comerciales están emulando la experiencia de las cajas, creando sus divisiones o entidades microfinancieras. La pregunta es si lo harán por rentabilidad o apoyo social. Es cuestión de ética.
El rol de la industria microfinanciera en el crecimiento económico tiene criterios que vale la pena mencionarse. Primero, al formalizarse un negocio, contribuye con la reactivación de la demanda interna, y luego, permite que se generen diversos puestos de trabajo, combatiendo de esta manera la pobreza y sus males sociales como delincuencia, drogadicción, salud deficiente e informalidad empresarial.
Si hablamos de desarrollo social, las microfinanzas son gran parte de la solución para un mundo cada vez más globalizado. Las grandes empresas o corporaciones internacionales, si bien es cierto hacen negocios entre ellos, requieren de las PYME para dinamizar el motor de las economías nacionales. No olvidemos que el 98.6 por ciento del universo empresarial corresponde a las PYME y MYPE. Muchos de estos negocios han formado consorcios, asociaciones o simplemente desarrollan diversos niveles de subcontratación.
FIRMADOS Nº 098
Lima, Febrero 1, 2010
Tal vez el Perú no tenga un Premio Nóbel en Economía, pero cada día comprobamos la creatividad, ingenio e innovación de miles de conciudadanos que no solamente “luchan en la vida”, sino que también generan sus propios empleos y lo comparten con otros. Muchas de estas actividades emprendedoras han sido, son y serán financiadas por las diversas instituciones que integran la industria microfinanciera en el país.
No en vano, los ojos de las autoridades del mundo industrializado y de las economías emergentes están puestos en el Perú. Lo que ahora algunos economistas llaman “fenómeno de las microfinanzas” y que ha traído a los bancos comerciales por su rentabilidad, hace más de dos décadas algunas organizaciones no gubernamentales, especialmente de origen religioso protestante, lo practicaban mediante los créditos solidarios, formalizados por las cajas municipales de ahorro y crédito.
Las microfinanzas, señores, no es un tema moderno ni está de moda. Es algo que en la década de los ochenta era practicado con éxito por las cajas municipales, ONG y cooperativas. El microcrédito ha sido la herramienta para que muchos negocios ahora puedan ser grandes o medianos y sean clientes de los bancos. Es decir, las microfinanzas están alcanzando excelentes niveles de desarrollo social que está impactando no sólo en la economía nacional, sino en la vida misma de sus protagonistas, que son miles de empresarios vinculados a las medianas, pequeñas y micro empresas.
La experiencia iniciada por la Caja Piura, la primera entidad municipal que tuvo la visión de incursionar en las microfinanzas en el país es señera. Ahora el sistema de cajas municipales de ahorro y crédito tiene doce instituciones y se ha convertido en “pequeños bancos” para los empresarios de las PYME y MYPE.
La experiencia piurana con el apoyo de GTZ, entidad de cooperación técnica alemana, ha sido para muchas instituciones el camino a seguir por otras CMAC, cajas de ahorro y crédito, cajas rurales, cooperativas de ahorro y crédito, financieras, Edpyme y organizaciones no gubernamentales. Incluso, con la excepción del Mibanco, que sí tiene raíces microfinancieras, algunos bancos comerciales están emulando la experiencia de las cajas, creando sus divisiones o entidades microfinancieras. La pregunta es si lo harán por rentabilidad o apoyo social. Es cuestión de ética.
El rol de la industria microfinanciera en el crecimiento económico tiene criterios que vale la pena mencionarse. Primero, al formalizarse un negocio, contribuye con la reactivación de la demanda interna, y luego, permite que se generen diversos puestos de trabajo, combatiendo de esta manera la pobreza y sus males sociales como delincuencia, drogadicción, salud deficiente e informalidad empresarial.
Si hablamos de desarrollo social, las microfinanzas son gran parte de la solución para un mundo cada vez más globalizado. Las grandes empresas o corporaciones internacionales, si bien es cierto hacen negocios entre ellos, requieren de las PYME para dinamizar el motor de las economías nacionales. No olvidemos que el 98.6 por ciento del universo empresarial corresponde a las PYME y MYPE. Muchos de estos negocios han formado consorcios, asociaciones o simplemente desarrollan diversos niveles de subcontratación.
FIRMADOS Nº 098
Lima, Febrero 1, 2010
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