Tuesday, August 19, 2008

CRÓNICA: LOS CAMPAMENTOS

AUCALLAMA
La palabra “campamento” era sinónimo de buena vida en el campo, respirando aire puro y contemplando la naturaleza que Dios creó. También era la gran oportunidad para recibir nuevas bendiciones, porque en los días del retiro, los jóvenes reflexionaban sobre sus vidas y el ministerio cristiano. Incluso, algunos tomaban la decisión de servir al Señor a tiempo completo. Es decir, estudiar en el Seminario Bautista y convertirse en pastores o misioneras por el resto de sus vidas.

Los padres ahorraban dinero para enviar a sus hijos a los campamentos de verano y los jóvenes buscaban la forma de trabajar para financiar su retiro con trabajos que realizaban en casas de creyentes o dedicándose al comercio de artículos domésticos. Algunos muchachos pintaban casas, limpiaban garajes o vendían pescado en el mercado del Callao. El cronista recuerda haber pintado más de una vez la casa de la familia Aranda – Villanueva.

Los jóvenes, varones y mujeres, esperaban con mucha expectativa los campamentos que generalmente se realizaban en el mes de febrero. Era el “premio” que todos aspiraban. Estos retiros siempre se desarrollan en las instalaciones del “Campamento Buenas Nuevas”, ubicado en el pueblo de Cruz Blanca, distrito de Aucallama, provincia de Huaral, lugar donde hasta ahora funciona como sede de muchos retiros espirituales.

Los pinos que inicialmente rodeaban al campamento y que ya no existen fueron sembrados por los otrora jóvenes de la iglesia de Callao, cuando era pastor Clarencio Burnette Taylor en los años setenta. Pero, los campamentos juveniles no eran de una sola iglesia, sino de varias congregaciones, sobresaliendo la Primera Iglesia Bautista del Callao y la Iglesia Bautista Central de Tawantinsuyo, que aportaban la mayor parte de los camperos.

Las demás congregaciones pertenecían a Salamanca, Independencia, César Vallejo, La Victoria y San Luis. Otras pequeñas iglesias también concurrían. Todas estas congregaciones pertenecían a la denominación bautista independiente. No participaban las iglesias bíblicas bautistas y bautistas del Sur. Ellos tenían sus propios campamentos en Chillón y Chosica, respectivamente.

Siempre había un coro lema que era la canción de moda hasta meses después de realizado el campamento. Ese coro era entonado hasta en la cama. El retiro duraba de lunes a sábado, pero durante la semana seguían llegando los jóvenes a la sede de “Las Buenas Nuevas”.

LA FOGATA
El día viernes era el indicado para la realización de la fogata. Previamente se cortaban troncos y preparaba la leña para esa actividad que empezaba después de la cena. Al son de las guitarras, los jóvenes cantaban alrededor del fuego. Las bancas de la capilla se acomodaban a cierta distancia del fuego en forma de círculo.

No importaba si la noche era “estrellada” o sin estrellas porque el fuego calentaba los cuerpos, pero el Espíritu el alma. Esa noche había permiso para quedarse hasta tarde. Los creyentes compartían sus experiencias, dando testimonio de lo que Dios estaba haciendo esos días en sus vidas.

Cada participante, al final del testimonio, realizaba la clásica tradición de tomar un leño y tirarlo al fuego, dando a entender que se “quemaba” la vida pasada. Entre canciones, testimonios y fuego, dedicaban su vida al Señor.

EL BANQUETE
Era común que el día jueves se realicen los “banquetes” en el campamento. Era una versión menor de los banquetes primaverales. Los jóvenes invitaban a una chica, que generalmente pertenecían a otras congregaciones. Es día, la cena era especial y el comedor se adornaba para la ocasión.

Por cierto que también era común que algún joven asistiese vestido con terno y corbata, pero con zapatillas. El lugar justificaba todo. Es muy probable que en esas cenas Inter-iglesias surgiese alguna relación más amical en el futuro que terminaba en el altar.

También se acostumbraba que algunos jóvenes cantasen serenatas a las señoritas en la puerta del pabellón de ellas. Esa noche todo era permitido, siempre y cuando no se violen las normas establecidas con anterioridad.

En algunos campamentos, los jóvenes arrojaban a la piscina al director del mismo que siempre era un pastor. Eso se hacía cuando el director era muy condescendiente con los jóvenes.

LAS INSTALACIONES
En esos años no había templo. Se usaba una carpa gigante, tipo circo “Tony Perejil”, que se instalaba donde actualmente se estacionan los autos. Tampoco había muros. Las diversas plantaciones de las chacras vecinas se observaban desde cualquier lugar.

Era “prohibido” que los camperos salgan de los límites del campamento, señalado por los pinos, para coger alguna fruta de los terrenos ajenos. Esta norma casi nunca se cumplía, porque a vista de todos lucían radiantes y exquisitas las manzanas, naranjas, mangos, paltas, duraznos y plátanos. Muchos jóvenes, salían a probar esas frutas de las chacras vecinas. Aún esa actitud negativa formaba parte de la aventura en los campamentos.

Una de las anécdotas que recordamos es aquella donde un grupo de jóvenes bromistas concurrieron a la Plaza de Armas de Aucallama vociferando en voz alta como si se tratara de algo que sucedía ahí. La gente salió alborotada y los jóvenes asustados por la broma, lo único que les quedaba, era precisamente correr como descosidos que lleva el viento.

Otra anécdota fue un caso de exorcismo que ocurrió en la vida de una señorita. Poseída por las fuerzas del mal fue finalmente liberada por el poder de Dios. El reverendo Rodolfo García fue la principal herramienta que el Señor usó para glorificar su nombre en estos hechos que motivó la conversión y consagración de todos los camperos.

El campamento fue y siempre será en la vida de los jóvenes un tiempo especial que nunca se olvidará, aún con el paso del tiempo.

Parte del libro:
“HISTORIA DE LA PRIMERA IGLESIA BAUTISTA DEL CALLAO”
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