América Latina
es una región muy dinámica que ha sabido afrontar con éxito las diversas crisis
financieras y económicas que azotaron al mundo en los últimos veinte años.
A finales del
siglo pasado diversas crisis golpearon a la región con serias consecuencias
económicas y hasta financieras. La gran crisis que puso en jaque a los llamados
“tigres asiáticos” (Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Hong Kong; estas últimas
economías independientes de China), llegó y afectó a la economía más grande de
América Latina a partir de 1999. Brasil sintió el golpe, pero reaccionó con
rapidez, superando incluso el “efecto vodka” de la crisis rusa de 1998, nación
que tuvo que devaluar al rublo y hacer frente a la desaceleración de la
economía mundial por efecto de la crisis asiática.
Es verdad que el
“efecto samba” se sintió hasta los inicios del presente siglo, pero las
empresas brasileñas diversificaron sus productos y el mercado revivió. También
es cierto que la demanda interna ayudó mucho. Brasil siguió el ejemplo de los
“dragones asiáticos” que frente a la crisis, reaccionaron y hoy son economías
estables como Tailandia, Indonesia, Malasia y Filipinas. Obviamente que no todo
es de origen exógeno, una deficiente gestión también agravó la situación.
Sin embargo,
esta crisis también desencadenó otra en Argentina, que a su vez, derivó en
serias consecuencia para la economía gaucha. El “efecto tango” agravó la
contracción y la transformó en recesión. El peso que mantenía una paridad con
el dólar tuvo que ser devaluado abruptamente en enero del año 2002, generando
el llamado “corralito” para evitar la fuga de capitales.
México vivió una
situación similar hace unos diez años, pero con origen local por la
sobrevaloración de su moneda. El mercado se contrajo y el gobierno no tuvo
dinero para financiar los grandes déficits del sector público y faltó las
reservas internacionales, como producto de los excesivos gastos fiscales de los
años noventa. El “efecto tequila” se sintió en todo el país y los Estados
Unidos conjuntamente con las
organizaciones internacionales tuvieron que “ayudar”, vía préstamos, a
solucionar esta crisis. Ese rescate superó los US$ 50,000 millones, de los
cuales US$ 20,000 millones fueron aportados por la administración Clinton.
Colombia, Chile
y Perú que forman la “Alianza del Pacífico” por el tamaño de sus economías no
han tenido impactos muy negativos, pero sí sufrieron y sufren las consecuencias
de las crisis. La contracción de las exportaciones es una de ellas.
Desde la década
de los ochenta, Colombia ha vivido diversas “crisis” derivadas del accionar
político de sus gobernantes y del narcotráfico y terrorismo en esa nación
cafetalera.
Perú vivió una
década perdida como consecuencia del terrorismo iniciado en 1980 hasta los
primeros años de los noventa. Aparte ya se había vivido un atraso económico
como resultado del gobierno “revolucionario” del general Juan Velasco Alvarado,
iniciado el 3 de octubre de 1968, mediante golpe de Estado al presidente
Fernando Belaunde Terry (Primer gobierno: 1964-1968). El general Francisco
Morales Bermúdez, asumió el control del país, también con golpe de Estado en
1975 hasta 1980, cuando entregó el mando al presidente electo democráticamente,
Fernando Belaunde Terry, iniciando su segundo mandato constitucional.
Chile es un
lunar en la región. Desde el golpe de Estado del general Augusto Pinochet, el 3
de setiembre de 1973 al entonces presidente Salvador Allende, esa nación ha
sabido sacarle provecho a la economía de mercado y constituirse en una nación
emergente en América Latina.
FIRMADOS Nro 191 / Lima, junio 3, 2014
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