El pasado 9 de marzo, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ganó nuevamente las elecciones, garantizándole a José Luis Rodríguez Zapatero un segundo mandato por cuatro años más al frente del Gobierno Español.
Aunque el triunfo del PSOE refleja la complacencia del pueblo español en su gobernante, revela también la consolidación del bipartidismo en la península ibérica. Desde que se instauró la Jefatura del Gobierno Español en 1982, el PSOE con Felipe González ejerció ese liderazgo durante tres mandatos consecutivos (1982 – 1996), sustituido por el doble mandato de José María Aznar del Partido Popular (1996 – 2004). Rodríguez Zapatero está en el poder desde 2004 y lo estará hasta 2012.
Aparte de los problemas económicos y de integración comercial, las principales crisis que ha tenido el PSOE con González y Rodríguez Zapatero estuvieron relacionadas con los nacionalismos de las regiones independentistas, quienes siguen reclamando reivindicaciones soberanas. Desde que en 1980 el País Vasco y Cataluña se convirtieron legalmente en regiones autónomas dentro de España (con propios Parlamentos y control de impuestos, policía, educación, radio y televisión), las exigencias autónomas se han extendido a otras regiones como la Comunidad Foral de Navarra, Comunidad Valenciana y Galicia.
Sin embargo, las comunidades más radicales han sido siempre el País Vasco y Cataluña donde las lenguas principales no son la española (castellana) sino el vascuence y el catalán. Estos conflictos étnicos datan desde el siglo XIV cuando la península ibérica estaba habitada por un conjunto de reinos, casas reales y nobleza. En esos años, el reino de Castilla era el más poblado y el más rico. La fusión de los reinos de Castilla y Aragón en 1479 por el matrimonio de los reyes católicos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón en 1469, agudizó la crisis étnica que continúa cinco siglos después.
En nuestros tiempos, la crisis tiene diversas lecturas y fuentes, pero se expresa en el nacimiento del radical grupo armado Euskadi ta Askatasuna (ETA, Patria Vasca y Libertad en vascuence), creado como una escisión del nacionalismo vasco durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975). En 1976, el primer ministro de entonces, Adolfo Suárez, quien sobrevivió al dictador Francisco Franco, indultó a todos los presos de ese grupo para afirmar la democratización de España. Parte de los indultados se integraron a la política pacífica, mientras otros decidieron continuar con la violencia, reivindicando un País Vasco independiente y socialista.
Con la finalidad de boicotear las recientes elecciones, la banda terrorista ETA asesinó el viernes 7 de marzo en el País Vasco a Isaías Carrasco, ex concejal del PSOE, grupo político que ha realizado varios intentos de negociación para que ETA abandone la violencia. Desde el gobierno del socialista Felipe González hasta Rodríguez Zapatero se ha intentado buscar mecanismos de pacificación, pero todos han fracasado.
Sin embargo, el 13 de diciembre de 2000, el PSOE y el PP firmaron un Tratado Antiterrorista con la finalidad de impulsar la aprobación de leyes y medidas gubernamentales contra ETA y su entorno, y perseguir sus fuentes de financiación proveniente de la extorsión a empresarios vascos, llamada “impuesto revolucionario”.
Pero los problemas más fuertes para Rodríguez Zapatero en el País Vasco no se presentan desde ese grupo, muy debilitado por sucesivas operaciones policiales en España y Francia, sino desde el nacionalismo moderado, que reclama también la independencia. Voceros de Eusko Alkartasuna, partido que gobierna en coalición con el PNV (Partido Nacionalista Vasco), exigen a Rodríguez Zapatero que devuelva a su región “las libertades vulneradas para alcanzar una democracia plena”, en referencia a la ilegalización de Batasuna, el partido político de ETA. Para los partidarios de Eusko Alkartasuna, el pueblo vasco es “una nación y será un Estado independiente en esa Europa moderna a la que pertenecen por derecho”. Esa será “la Europa de los pueblos” en la que participarían catalanes, vascos, escoceses, galeses, flamencos, bretones y corsos. Es decir, la promoción de luchas étnicas con ingrediente separatista.
El nacionalismo vasco, sin distinción de matices, tácticas o estrategias, reivindica un País Vasco formado por las tres provincias que integran esa Comunidad Autónoma del mismo nombre (Vizcaya, Guipúzcoa y Álava), junta a la Comunidad Navarra y a tres departamentos franceses. ETA y Batasuna pretenden internacionalizar la crisis. En 1979, los ciudadanos navarros resolvieron en referéndum constituirse en Comunidad Autónoma y no integrarse al llamado País Vasco, como demandaban los partidos nacionalistas.
El histórico Juan José Ibarretxe, líder vasco, refiere que los nacionalistas comparten el mismo principio de que “Euskadi Herria” (País Vasco) es la patria de los vascos”. Afirma que “la auténtica victoria para Euskadi Herria y para España sería lograr un acuerdo para convivir, y no imponer ni la unidad de España ni la independencia de Euskadi Herria”. Como demócrata cree que ETA es “el auténtico obstáculo para que el nacionalismo vasco pueda caminar junto si así lo desea” y pidió a ese grupo que declare “un alto el fuego definitivo de una vez y para siempre”.
¿En este segundo mandato podrá José Luis Rodríguez Zapatero frenar el avance separatistas de los vascos y otras regiones? ¿Se mantendrá la unidad española? El gran reto que el PSOE tendrá que alcanzar será propiciar la unidad entre los diversos nacionalismos en la península ibérica.
FIRMADOS Nº 051
Lima, Marzo 12, 2008
Aunque el triunfo del PSOE refleja la complacencia del pueblo español en su gobernante, revela también la consolidación del bipartidismo en la península ibérica. Desde que se instauró la Jefatura del Gobierno Español en 1982, el PSOE con Felipe González ejerció ese liderazgo durante tres mandatos consecutivos (1982 – 1996), sustituido por el doble mandato de José María Aznar del Partido Popular (1996 – 2004). Rodríguez Zapatero está en el poder desde 2004 y lo estará hasta 2012.
Aparte de los problemas económicos y de integración comercial, las principales crisis que ha tenido el PSOE con González y Rodríguez Zapatero estuvieron relacionadas con los nacionalismos de las regiones independentistas, quienes siguen reclamando reivindicaciones soberanas. Desde que en 1980 el País Vasco y Cataluña se convirtieron legalmente en regiones autónomas dentro de España (con propios Parlamentos y control de impuestos, policía, educación, radio y televisión), las exigencias autónomas se han extendido a otras regiones como la Comunidad Foral de Navarra, Comunidad Valenciana y Galicia.
Sin embargo, las comunidades más radicales han sido siempre el País Vasco y Cataluña donde las lenguas principales no son la española (castellana) sino el vascuence y el catalán. Estos conflictos étnicos datan desde el siglo XIV cuando la península ibérica estaba habitada por un conjunto de reinos, casas reales y nobleza. En esos años, el reino de Castilla era el más poblado y el más rico. La fusión de los reinos de Castilla y Aragón en 1479 por el matrimonio de los reyes católicos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón en 1469, agudizó la crisis étnica que continúa cinco siglos después.
En nuestros tiempos, la crisis tiene diversas lecturas y fuentes, pero se expresa en el nacimiento del radical grupo armado Euskadi ta Askatasuna (ETA, Patria Vasca y Libertad en vascuence), creado como una escisión del nacionalismo vasco durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975). En 1976, el primer ministro de entonces, Adolfo Suárez, quien sobrevivió al dictador Francisco Franco, indultó a todos los presos de ese grupo para afirmar la democratización de España. Parte de los indultados se integraron a la política pacífica, mientras otros decidieron continuar con la violencia, reivindicando un País Vasco independiente y socialista.
Con la finalidad de boicotear las recientes elecciones, la banda terrorista ETA asesinó el viernes 7 de marzo en el País Vasco a Isaías Carrasco, ex concejal del PSOE, grupo político que ha realizado varios intentos de negociación para que ETA abandone la violencia. Desde el gobierno del socialista Felipe González hasta Rodríguez Zapatero se ha intentado buscar mecanismos de pacificación, pero todos han fracasado.
Sin embargo, el 13 de diciembre de 2000, el PSOE y el PP firmaron un Tratado Antiterrorista con la finalidad de impulsar la aprobación de leyes y medidas gubernamentales contra ETA y su entorno, y perseguir sus fuentes de financiación proveniente de la extorsión a empresarios vascos, llamada “impuesto revolucionario”.
Pero los problemas más fuertes para Rodríguez Zapatero en el País Vasco no se presentan desde ese grupo, muy debilitado por sucesivas operaciones policiales en España y Francia, sino desde el nacionalismo moderado, que reclama también la independencia. Voceros de Eusko Alkartasuna, partido que gobierna en coalición con el PNV (Partido Nacionalista Vasco), exigen a Rodríguez Zapatero que devuelva a su región “las libertades vulneradas para alcanzar una democracia plena”, en referencia a la ilegalización de Batasuna, el partido político de ETA. Para los partidarios de Eusko Alkartasuna, el pueblo vasco es “una nación y será un Estado independiente en esa Europa moderna a la que pertenecen por derecho”. Esa será “la Europa de los pueblos” en la que participarían catalanes, vascos, escoceses, galeses, flamencos, bretones y corsos. Es decir, la promoción de luchas étnicas con ingrediente separatista.
El nacionalismo vasco, sin distinción de matices, tácticas o estrategias, reivindica un País Vasco formado por las tres provincias que integran esa Comunidad Autónoma del mismo nombre (Vizcaya, Guipúzcoa y Álava), junta a la Comunidad Navarra y a tres departamentos franceses. ETA y Batasuna pretenden internacionalizar la crisis. En 1979, los ciudadanos navarros resolvieron en referéndum constituirse en Comunidad Autónoma y no integrarse al llamado País Vasco, como demandaban los partidos nacionalistas.
El histórico Juan José Ibarretxe, líder vasco, refiere que los nacionalistas comparten el mismo principio de que “Euskadi Herria” (País Vasco) es la patria de los vascos”. Afirma que “la auténtica victoria para Euskadi Herria y para España sería lograr un acuerdo para convivir, y no imponer ni la unidad de España ni la independencia de Euskadi Herria”. Como demócrata cree que ETA es “el auténtico obstáculo para que el nacionalismo vasco pueda caminar junto si así lo desea” y pidió a ese grupo que declare “un alto el fuego definitivo de una vez y para siempre”.
¿En este segundo mandato podrá José Luis Rodríguez Zapatero frenar el avance separatistas de los vascos y otras regiones? ¿Se mantendrá la unidad española? El gran reto que el PSOE tendrá que alcanzar será propiciar la unidad entre los diversos nacionalismos en la península ibérica.
FIRMADOS Nº 051
Lima, Marzo 12, 2008