Monday, August 10, 2009

UN PROYECTO SOCIAL PARA EL PERÚ

El pasado 28 de julio, el Perú cumplió 188 años de vida republicana. El presidente de esa nación andina y amazónica, disertó en su acostumbrado mensaje anual acerca de la esperanza de construir un mejor país. Por cierto que este año no ha sido la excepción; más de 28 millones de peruanos siguen esperando la fórmula que los lleve al ansiado desarrollo económico.
Al margen del mensaje presidencial, los peruanos tienen su propia agenda. De ahí la necesidad de contar con un proyecto nacional que arribe a metas comunes y específicas. El gran proyecto nacional debe involucrar voluntades, visiones y hasta pensamientos.

Por el lado económico, está la necesidad de continuar con el plan de inversiones, públicas y privadas, en todo el ámbito nacional. Inversiones que no sólo se orienten a los grandes proyectos, sino también a la reactivación de la pequeña y micro empresa, desde la perspectiva de las microfinanzas como herramienta para reducir la pobreza, y que muy bien el ministro de Economía, Luis Carranza Ugarte, hace énfasis para luchar contra la pobreza.

La independencia económica es clave para el desarrollo de los pueblos, independencia que no significa mayor presupuesto, sino una nueva visión en los programas sociales. Sólo la independencia económica de los pueblos nos ayudará a reducir la pobreza en el país.

Si bien es cierto que se tiene como principal obstáculo las consecuencias de la crisis financiera internacional, la reactivación de la demanda interna es una necesidad que no debe obviarse. Urge que las regiones continúen con su plan de inversiones, pero para ello es necesario que se realice también transferencias de tecnologías y experiencias en la elaboración de expedientes técnicos y proyectos de inversión. Que el Sistema Nacional de Inversión Pública no sea una traba para desarrollar inversiones públicas en las regiones.

Por el lado de la reducción de la pobreza hemos comprobado que las microfinanzas son una herramienta importante para alcanzar metas sociales. Esta no debe verse solamente como un impulso a la pequeña y micro empresa, que nos parece bien para desarrollar pequeñas economías. Nos referimos al rol social de la industria microfinanciera en los diversos programas de economía solidaria que van desde los bancos comunales hasta la conformación de actividades microempresariales en comunidades urbano-marginales, comunidades rurales y grupos étnicos.

En el ámbito social hay una recargada agenda pendiente de muchos años que se traducen en una deuda social con los diversos pueblos hermanos, especialmente de la sierra y selva peruana. Los últimos conflictos con los grupos amazónicos han dejado importantes lecciones para el futuro.
Desde esta perspectiva, el diálogo sigue siendo la principal herramienta en la solución de conflictos. La conformación de “mesas de trabajo” con los protagonistas es clave para alcanzar la armonía y paz entre los pueblos. Dejarlos de lado, implicaría provocar innecesariamente nuevos y probablemente mayores conflictos sociales.

En conclusión, el gran proyecto nacional que la nación aspira debe recoger criterios básicos como las microfinanzas como herramienta para reducir la extrema pobreza.

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